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guerra en Ucrania | En un encuentro que ha captado la atención de la comunidad internacional, Donald Trump y Vladimir Putin se reunieron este viernes en la base militar de Elmendorf-Richardson, Alaska, con el objetivo de buscar una salida diplomática a la guerra entre Rusia y Ucrania, conflicto que lleva más de dos años afectando la estabilidad de Europa del Este y las relaciones internacionales.
La cumbre, calificada por analistas como “una oportunidad decisiva”, busca sentar las bases para un posible acuerdo de paz que, de prosperar, daría paso a una reunión trilateral con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski para negociar un armisticio definitivo.
Un encuentro con altas expectativas y tensiones previas
Trump ha dejado claro que el diálogo tendrá poco margen para divagaciones. En declaraciones previas, el exmandatario estadounidense advirtió: “Si es una mala reunión, terminará muy rápido”, dejando entrever que la paciencia será limitada y que cualquier avance dependerá de la flexibilidad de las partes.
Sin embargo, el camino no es sencillo. El principal punto de fricción es la exigencia de Putin de que Ucrania ceda la soberanía de Donetsk, Luhansk, Jersón, Zaporiyia y Crimea, territorios ocupados por Rusia y cuya anexión ha sido ampliamente rechazada por Kiev, la Unión Europea y el propio Trump.
Fuentes cercanas a la reunión señalan que Trump ha coordinado su posición con el canciller alemán Friedrich Merz y el presidente francés Emmanuel Macron, quienes comparten la postura de no reconocer cambios territoriales impuestos por la fuerza.
El interés ruso en el levantamiento de sanciones
La delegación rusa, encabezada por el ministro de Finanzas Antón Siluánov y el enviado especial Kiril Dmitriev, no solo busca un pacto de paz, sino también el levantamiento de las sanciones económicas impuestas por Occidente, que han golpeado severamente la economía rusa, limitando su acceso a mercados internacionales, tecnología y financiamiento.
Un resultado incierto con impacto global
De lograrse avances, este encuentro podría marcar un antes y un después en el conflicto, reduciendo el riesgo de escalada militar y abriendo un nuevo capítulo en la diplomacia internacional. Por el contrario, un fracaso en Alaska podría endurecer las posiciones y prolongar una guerra que ya ha dejado miles de muertos y millones de desplazados.
El mundo sigue atento a Alaska, donde el futuro de la paz en Europa podría estar definiéndose en las próximas horas.
