El ejercicio moderado mejora la digestión, fortalece la microbiota y reduce la inflamación intestinal, revela estudio internacional

microbiotaLa ciencia continúa demostrando que mantener una rutina de actividad física moderada no solo beneficia al corazón o los músculos, sino también al sistema digestivo. Un reciente estudio de la Universidad de Porto (Portugal), publicado en la revista científica Frontiers in Sports and Active Living, comprobó que el ejercicio regular y de intensidad controlada mejora la digestión, favorece la diversidad de la microbiota intestinal y protege la barrera intestinal frente a la inflamación.

Ejercicio moderado: un aliado del sistema digestivo y del bienestar

De acuerdo con los investigadores portugueses, las actividades físicas de baja o moderada intensidad —como caminar, trotar suavemente, andar en bicicleta, nadar o practicar yoga— se asocian a un mejor tránsito intestinal y ayudan a prevenir el estreñimiento y la pesadez abdominal.

El estudio señala que estas rutinas promueven un aumento del flujo sanguíneo hacia los órganos digestivos, lo que facilita la absorción de nutrientes y la motilidad intestinal. Según reseña The New York Times, incluso una caminata de 10 a 15 minutos después de comer puede marcar una gran diferencia en la digestión y en la reducción de la sensación de llenura.

La investigación también resalta que el movimiento favorece la liberación de óxido nítrico, un compuesto natural que relaja los músculos del intestino y contribuye a una digestión más fluida. Florence-Damilola Odufalu, gastroenteróloga de la Universidad del Sur de California, explicó al Washington Post que esta sustancia también ayuda a prevenir procesos inflamatorios y a proteger el equilibrio bacteriano del intestino.

La microbiota intestinal: el “segundo cerebro” que responde al movimiento

El intestino humano alberga billones de microorganismos, conocidos como microbiota intestinal, que cumplen funciones vitales en la digestión, la inmunidad y el equilibrio emocional.

En el tracto gastrointestinal existen más de 100 millones de células nerviosas, y se produce cerca del 95% de la serotonina del cuerpo, el neurotransmisor relacionado con la felicidad y la regulación del estado de ánimo. Por ello, los científicos lo denominan el “segundo cerebro”.

La Universidad de Porto evidenció que quienes realizan ejercicio físico de forma constante poseen una microbiota más diversa y equilibrada, lo que se traduce en una mayor resistencia frente a enfermedades digestivas como el síndrome del intestino irritable, colitis o la hinchazón abdominal crónica.

Por otro lado, los cuadros de estrés o ansiedad alteran la composición microbiana del intestino y pueden generar molestias como diarrea, acidez o digestiones lentas. Según la BBC, el ejercicio moderado tiene un efecto regulador sobre el eje intestino-cerebro, ayudando a reducir la ansiedad y mejorando la función digestiva de manera natural.

La importancia de combinar ejercicio y alimentación equilibrada

Los especialistas coinciden en que la combinación de actividad física regular con una dieta rica en fibra, frutas, vegetales y probióticos naturales (como el yogur, el kéfir o el miso) potencia los beneficios sobre el sistema digestivo.

La revisión científica dirigida por la Universidad de Porto concluye que este equilibrio de movimiento y nutrición fortalece la barrera intestinal, reduce la inflamación y mejora la absorción de nutrientes esenciales. Además, disminuye los efectos negativos del estilo de vida moderno, caracterizado por el sedentarismo, las comidas rápidas y el estrés laboral.

Cuando el exceso se convierte en un riesgo

No obstante, los expertos advierten que no todo tipo de ejercicio es beneficioso. Actividades de alta exigencia —como maratones, triatlones o entrenamientos de resistencia prolongada— pueden tener un efecto contrario.

Ricardo Da Costa, profesor de nutrición deportiva en la Universidad de Monash (Australia), explicó en declaraciones recogidas por The Guardian que durante estos esfuerzos extremos el cuerpo redirecciona el flujo sanguíneo hacia los músculos y el corazón, reduciendo la irrigación de los órganos digestivos.

Esto puede provocar síntomas como náuseas, vómitos, dolor abdominal o incluso microlesiones en la mucosa intestinal. En casos severos, puede desencadenar síndrome de intestino permeable, una condición en la que toxinas y bacterias pasan al torrente sanguíneo.

Asimismo, la exposición a altas temperaturas o la deshidratación intensifican estos efectos adversos. Cuando la temperatura corporal aumenta, el organismo envía la sangre hacia la piel para liberar calor, lo que limita aún más el oxígeno que llega al intestino. La falta de hidratación adecuada puede espesar la sangre y ralentizar la circulación, acentuando el malestar digestivo.

Por ello, los científicos recomiendan que toda persona que realice entrenamientos de alto impacto lo haga con una correcta planificación, hidratación y reposición de electrolitos, especialmente en climas calurosos o húmedos.

Moverse para digerir mejor: una recomendación con evidencia científica

El consenso entre especialistas es claro: el ejercicio moderado y constante es una herramienta poderosa para mantener la salud digestiva y fortalecer la microbiota intestinal. No hace falta practicar deportes extenuantes; bastan 30 minutos diarios de actividad física leve o moderada para mejorar el tránsito intestinal, reducir el estrés y fortalecer el sistema inmunológico.

Este tipo de movimiento regular no solo contribuye a una mejor digestión, sino que previene enfermedades metabólicas y autoinmunes, mejora el estado de ánimo y refuerza la conexión entre el cuerpo y la mente.

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