En una segunda carta fechada el 30 de julio, vista por The Associated Press, los jugadores presentaron demandas concretas que van más allá de los premios en metálico: buscan que el porcentaje de ingresos destinados a los tenistas pase del 16% actual al 22% en 2030, además de 12 millones de dólares anuales en pensiones, salud y maternidad, y la creación de un nuevo consejo de jugadores con voz y voto en las decisiones estratégicas de los Slams.
Una carta sin Djokovic, pero con grandes nombres
Esta no es la primera vez que los jugadores hacen sentir su voz. En marzo de este año ya habían enviado una primera misiva con reclamos similares. Sin embargo, en esta ocasión hubo un cambio llamativo: la carta no incluye la firma de Novak Djokovic, quien en 2020 cofundó la Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis (PTPA), un sindicato independiente que busca precisamente equilibrar las relaciones entre los jugadores y las instituciones que gobiernan el tenis.
Aunque Djokovic no firmó esta carta, la presión colectiva no ha perdido fuerza. La presencia de campeones recientes como Sabalenka y Alcaraz, ambos ganadores del US Open 2025 con premios récord de 5 millones de dólares cada uno, refuerza el mensaje: los jugadores de mayor visibilidad están unidos en la causa.
Las demandas: dinero, beneficios y participación
Los puntos principales de la carta enviada a los organizadores de los cuatro grandes torneos incluyen:
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Incremento en los ingresos: pasar del 16% actual al 22% en 2030, lo que significaría cientos de millones adicionales para los jugadores en el largo plazo.
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Beneficios sociales: destinar 12 millones de dólares anuales a partir de 2030 para pensiones, atención médica y beneficios de maternidad.
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Mayor representación: creación de un consejo de jugadores que participe en decisiones estratégicas sobre el calendario, condiciones laborales y distribución económica.
Este último punto es especialmente sensible, ya que históricamente los tenistas han tenido poca o nula influencia directa en la gobernanza de los Grand Slam, que funcionan como entes independientes con gran poder económico.
Las respuestas de los torneos
Los organizadores de los cuatro Slams respondieron a la carta del 30 de julio. Una de las respuestas más visibles fue la de la USTA (Asociación de Tenis de Estados Unidos), firmada por Brian Vahaly (co-CEO interino) y Stacey Allaster (directora ejecutiva de tenis profesional).
En su comunicado, fechado el 18 de agosto, la USTA destacó los esfuerzos recientes por aumentar la compensación:
“Siempre hemos estado dispuestos a aumentar la compensación para los jugadores, como lo demuestra el crecimiento del 57% del premio del US Open en los últimos cinco años”, escribieron Vahaly y Allaster. “El aumento significativo de este año a 90 millones de dólares refleja la adición de un día extra a la competencia del cuadro principal y la contribución resultante hecha por los jugadores”.
Además, la USTA reiteró su disposición al diálogo:
“Queremos reiterar nuestro compromiso de participar en discusiones directas, honestas y transparentes con los jugadores para construir un futuro más fuerte para todo el ecosistema del tenis, incluyendo un calendario más saludable, mejor consulta con los jugadores y un mayor valor financiero para todos los involucrados”.
La PTPA y la vía judicial: una batalla paralela
Mientras tanto, la PTPA, liderada por Djokovic y Vasek Pospisil, mantiene una batalla legal en tribunales estadounidenses. En marzo, la asociación presentó una demanda antimonopolio contra la ATP y la WTA, argumentando que los jugadores reciben una proporción injusta de los ingresos generados por el deporte.
Inicialmente, los organizadores de los Grand Slam no fueron incluidos como demandados, pero la PTPA anunció esta semana que han sido añadidos al proceso. Según un comunicado:
“Este es un paso necesario para garantizar la responsabilidad de todas las partes y acelerar la reforma largamente esperada en todo el ecosistema del tenis”.
La ATP y la WTA, por su parte, solicitaron en mayo que el caso fuese desestimado, pero el proceso judicial sigue en curso y podría prolongarse por años.
Un debate que trasciende lo económico
Aunque la discusión parece centrarse en cifras, lo cierto es que el trasfondo es mucho más complejo. El tenis profesional, a diferencia de otros deportes como el fútbol o la NBA, carece de un sindicato único y fuerte que represente a todos los jugadores.
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Los Grand Slam operan de forma independiente y concentran la mayor parte de los ingresos.
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La ATP y la WTA gestionan los circuitos masculino y femenino, pero son también organizadores y parte interesada.
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Los jugadores, en su mayoría autónomos, cubren gastos de viajes, entrenadores y equipos, y dependen en gran medida de los premios en metálico.
En este contexto, la falta de un marco laboral robusto ha dejado a los tenistas con menos beneficios sociales en comparación con deportistas de élite de otras disciplinas.
Lo que está en juego para el futuro del tenis
La presión actual podría marcar un punto de inflexión. Si los jugadores logran elevar su participación en los ingresos y obtener beneficios estructurales como pensiones y seguros médicos, el tenis podría entrar en una nueva etapa de profesionalización y equidad.
Por otro lado, si los organizadores de los Grand Slam se resisten, el conflicto podría escalar a boicots, más demandas judiciales e incluso fracturas en el calendario.
Los mejores tenistas del mundo están enviando un mensaje claro: quieren más dinero, más seguridad y más voz en el deporte que protagonizan. El movimiento cuenta con el respaldo de estrellas jóvenes que dominan el circuito actual, como Alcaraz, Swiatek y Sabalenka, lo que asegura que la presión continuará en los próximos años.
Los Grand Slam, que históricamente han funcionado como entidades autónomas con gran poder económico, se enfrentan a un dilema: compartir más recursos y abrir la gobernanza del tenis a los jugadores, o arriesgarse a un conflicto prolongado que podría cambiar para siempre la estructura del deporte.