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Sequías, olas de calor y cambio climático: el cóctel perfecto que multiplica los incendios forestales en América y el mundo

cambio climáticoLos incendios forestales están dejando de ser fenómenos estacionales para convertirse en una amenaza permanente impulsada por el cambio climático. Así lo confirma el informe “State of Wildfires 2024-2025”, elaborado por la Met Office del Reino Unido junto a 61 expertos de todo el mundo, que alerta sobre una tendencia clara: los incendios ahora son más grandes, más difíciles de controlar y mucho más destructivos debido a las olas de calor y las sequías prolongadas que el calentamiento global está intensificando.

El documento, publicado recientemente, advierte que los ecosistemas de América, Europa y Oceanía están experimentando una transformación sin precedentes. Las condiciones meteorológicas extremas, provocadas por la actividad humana, están generando temporadas de incendios más largas y con un potencial destructivo nunca antes registrado.

El fuego como síntoma del planeta en crisis

El estudio demuestra que los incendios forestales ya no pueden considerarse simples catástrofes naturales. Hoy son una consecuencia directa del cambio climático antropogénico, es decir, causado por las actividades humanas.

Los científicos señalan que las altas temperaturas, sumadas a períodos cada vez más prolongados de sequía, crean un ambiente ideal para la propagación del fuego. La falta de humedad, el agotamiento de los suelos y la pérdida de cobertura vegetal hacen que incluso una chispa —ya sea natural o producto de descuido humano— se convierta en una catástrofe.

En regiones como el sur de California (Estados Unidos) y amplias zonas del Pantanal y el Chiquitano (entre Brasil y Bolivia), los incendios recientes han sido descritos como “sin precedentes”. Los modelos climáticos utilizados por la Met Office concluyen que, sin la influencia humana, el incendio de Los Ángeles ocurrido en enero de 2024 habría sido 25 veces más pequeño y la mitad de probable.

En el caso sudamericano, los fuegos que arrasaron el Pantanal y el Chiquitano fueron 35 veces más extensos de lo que habrían sido en un planeta sin calentamiento global. Esto demuestra que el fuego, lejos de ser un fenómeno natural aislado, se ha convertido en una manifestación visible del deterioro climático global.

América del Sur: epicentro de emisiones por incendios

El informe también expone datos alarmantes sobre las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) derivadas de los incendios. Las selvas y sabanas del continente suramericano, consideradas pulmones del planeta, están liberando enormes cantidades de gases de efecto invernadero al arder.

Bolivia encabeza la lista como el país con mayores emisiones de CO₂ por incendios extremos en lo que va de siglo, alcanzando los 700 millones de toneladas. Esta cifra equivale a casi el doble de las emisiones anuales combinadas de países como Chile y Perú.

Otros territorios afectados incluyen tres estados de Venezuela, cuatro de Brasil y más de 20 regiones entre Guyana, Perú, Surinam y Ecuador, donde los incendios recurrentes han devastado ecosistemas enteros, destruyendo hábitats de especies endémicas y afectando comunidades rurales que dependen del bosque para subsistir.

La pérdida de cobertura vegetal no solo libera CO₂; también reduce la capacidad de los ecosistemas de absorberlo, lo que genera un círculo vicioso de calentamiento y degradación ambiental.


🌫️ El planeta rompe récords de dióxido de carbono

Los hallazgos del informe coinciden con un estudio reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que confirma un nuevo récord de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.
Durante 2024, el promedio anual alcanzó 423,9 partes por millón (ppm), la cifra más alta desde que comenzaron los registros en 1957.

Este aumento, según la OMM, se debe principalmente al uso intensivo de combustibles fósiles, la deforestación y el impacto combinado de los incendios forestales. Los expertos advierten que si esta tendencia continúa, el planeta podría superar el límite crítico de 1,5 °C de aumento global de temperatura antes de 2030, generando consecuencias irreversibles para los ecosistemas terrestres y marinos.

Incendios más rápidos, intensos y difíciles de contener

Los científicos de la Met Office detallan que las olas de calor prolongadas y la baja humedad del suelo están creando las condiciones perfectas para incendios de alta intensidad, que se propagan con una velocidad y energía nunca antes observadas.
A diferencia de los fuegos tradicionales, estos incendios modernos pueden crear su propio clima interno, generando vientos violentos y columnas de humo que alcanzan la estratósfera.

Además, la creciente urbanización en zonas boscosas ha multiplicado el riesgo para las comunidades humanas. Ciudades como Los Ángeles, Valparaíso, La Paz, Santa Cruz y Caracas ya figuran entre las urbes más vulnerables a incendios forestales impulsados por el cambio climático.

Adaptarse o arder: el desafío global ante un clima más cálido

Ante este panorama, los expertos hacen un llamado urgente a los gobiernos y organismos internacionales a reducir de manera drástica las emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar políticas de prevención más efectivas.

Durante la próxima Cumbre del Clima COP30, los investigadores esperan que los países asuman compromisos concretos para mejorar la gestión de los ecosistemas forestales, invertir en restauración de suelos y crear sistemas de alerta temprana que permitan evitar tragedias ambientales.

El informe concluye que sin una reducción significativa de las emisiones globales, los incendios forestales se volverán la nueva normalidad en muchas regiones del planeta.
Además, exhorta a las comunidades locales a involucrarse en la vigilancia y educación ambiental, ya que el 85 % de los incendios aún tienen origen humano, por descuido o malas prácticas agrícolas.

Un futuro en llamas si no actuamos hoy

Los incendios forestales ya no distinguen fronteras. Lo que ocurre en el Pantanal afecta al clima global, y lo que se quema en California altera los patrones atmosféricos del Caribe.
La conexión es clara: el fuego es el termómetro del planeta, y su intensidad refleja el grado de calentamiento que hemos causado.

La humanidad tiene ante sí una disyuntiva: continuar con el modelo actual y presenciar la devastación de sus bosques, o actuar con responsabilidad colectiva para frenar el fuego antes de que el fuego nos consuma a nosotros.

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