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OceanOneK: el robot humanoide de Stanford que busca explorar el 95% del océano aún inexplorado

StanfordAunque los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre, apenas un 5% ha sido explorado por el ser humano. El 95% restante sigue siendo un misterio debido a las condiciones extremas del fondo marino: presiones aplastantes, temperaturas cercanas al punto de congelación, oscuridad total y aguas corrosivas.

Para enfrentar este reto, investigadores de la Universidad de Stanford han desarrollado OceanOneK, un robot humanoide de última generación capaz de sumergirse hasta 1.000 metros de profundidad y transmitir sensaciones táctiles a los operadores en superficie.

Un robot que permite “sentir” el fondo del mar

La gran innovación de OceanOneK es su sistema háptico, que permite a los científicos sentir lo que el robot toca bajo el agua. Así lo explicó Oussama Khatib, director del proyecto y profesor en Stanford:

“Te acercas mucho a esta increíble estructura y, cuando la tocas, ocurre algo increíble: la sientes de verdad”.

Con 1,5 metros de altura, OceanOneK integra inteligencia artificial, sensores avanzados y algoritmos de navegación que le permiten manipular objetos frágiles con gran precisión, sin dañarlos. Además, puede ser controlado remotamente o actuar de manera autónoma.

De los arrecifes a los pecios históricos

El proyecto comenzó en 2016, cuando OceanOneK fue utilizado para estudiar los arrecifes de coral del Mar Rojo, a profundidades inaccesibles para buceadores tradicionales. En su primera gran misión, el robot exploró los restos de La Lune, el buque insignia del rey Luis XIV, hundido hace más de 300 años.

Desde entonces, el equipo ha perfeccionado la tecnología con un objetivo aún más ambicioso: explorar ciudades sumergidas, lagos profundos y territorios marinos desconocidos.

Una ventana al futuro de la exploración

La creación de OceanOneK abre nuevas posibilidades para la ciencia, la arqueología submarina y la comprensión de los ecosistemas marinos más ocultos del planeta. Este robot podría convertirse en la clave para desentrañar los secretos del océano y acercar al ser humano a ese 95% del mundo submarino que aún permanece inexplorado.

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