Durante dos días, el grupo de contacto de 50 países, liderado por Estados Unidos, y los ministros de la OTAN se reunirán en Bruselas a partir del martes 14 de febrero para discutir la ayuda militar y la reposición de insumos para Ucrania antes del primer aniversario de la invasión rusa. Se espera que los aliados de Ucrania definan una forma de anticiparse a una posible intensificación de los ataques rusos, mientras que debaten la forma de responder a un agotamiento de inventarios militares.
En Bruselas se está llevando a cabo una reunión de un grupo de contacto de 50 países, encabezado por Estados Unidos, y los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica para atender las necesidades militares de Ucrania. Esto se debe a que en pocos días se cumplirá un año desde que Moscú inició su llamada “operación militar especial” por orden del presidente Vladimir Putin, y se espera que Rusia lleve a cabo una ofensiva en el primer aniversario de la invasión.
El objetivo principal de la reunión es definir una forma de anticiparse a una eventual intensificación de los ataques rusos, al mismo tiempo que se debaten formas de responder a un agotamiento de inventarios militares que marcha más rápido que la capacidad de reposición. Se espera que la reunión aborde la entrega de suministros militares a Ucrania, en particular el suministro de aviones de combate para enfrentar la amenaza de Rusia, así como la necesidad de tanques y defensa antiaérea.
También se menciona que la reunión se produce dos días después de que la OTAN confirmara que el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, no prorrogará su mandato más allá del 30 de septiembre próximo. El anuncio implica que la Alianza tendrá que vérselas sin el hombre que ha moldeado su perfil en los últimos años, marcados por la necesidad de hacer frente a las pretensiones rusas que comenzaron con la anexión de Crimea.
La expansión de la OTAN, prevista tras la solicitud de adhesión de Suecia y Finlandia, no se materializará al menos hasta la cumbre de líderes aliados, que tendrá lugar entre el 11 y 12 de julio en Vilna, Lituania. También se habla del veto de Turquía al ingreso de ambos países argumentando el supuesto apoyo de Estocolmo a simpatizantes de las milicias kurdas de Siria, lo que ha llevado a especular sobre la posibilidad de una admisión exclusiva de Helsinki.