
Entre el 2 y el 25 de noviembre, la nave Jupiter Icy Moons Explorer (JUICE) de la Agencia Espacial Europea (ESA) llevará a cabo observaciones detalladas del cometa, utilizando un conjunto de instrumentos para analizar su composición. Imágenes recientes divulgadas por la NASA y otros centros científicos ya han mostrado con gran precisión su estructura de polvo y gas, lo que ha despertado nuevas preguntas sobre su origen.
Señales químicas desde otro sistema planetario
Una de las detecciones más relevantes proviene del Observatorio Neil Gehrels Swift, que identificó la presencia de gas hidroxilo (OH), un indicador directo de la existencia de agua. Este compuesto se forma cuando la radiación ultravioleta del Sol descompone moléculas de agua (H₂O).
Para el físico Dennis Bodewits, de la Universidad de Auburn, el hallazgo tiene un profundo significado científico:
“Cuando detectamos agua o incluso su eco ultravioleta —el OH— en un cometa interestelar, es como leer una nota enviada desde otro sistema planetario”.
El descubrimiento sugiere que el agua y la materia orgánica pueden formarse y preservarse más allá del entorno solar, lo que podría replantear la comprensión actual sobre la formación de planetas y sistemas planetarios.
Investigaciones recientes publicadas en The Astrophysical Journal Letters también indican que la desgasificación del cometa podría deberse al calentamiento de pequeños granos de hielo en su superficie, incluso cuando se encuentra a grandes distancias del Sol.
Lo que se sabe hasta ahora del cometa 3I/ATLAS
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Fue descubierto en julio de 2025 y es el tercer objeto interestelar confirmado que visita el Sistema Solar.
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Alcanzó su perihelio (punto más cercano al Sol) el 29 y 30 de octubre, mostrando un inusual aumento de brillo, 7,5 veces mayor de lo esperado para un cometa típico.
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El 3 de octubre pasó a tan solo 28 millones de kilómetros de Marte.
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En diciembre llegará a su mínima distancia con la Tierra (270 millones de km), sin representar ningún riesgo.
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Es observado actualmente por telescopios y sondas de la NASA, la ESA, la CNSA china, el Hubble y el James Webb, que realizan análisis espectroscópicos de sus emisiones y composición.
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Tras su recorrido, se aproximará a Júpiter en marzo de 2026, antes de volver al espacio interestelar, donde continuará su trayecto sin retorno.